Adaptación oscura (además: Adaptación oscura) describe la adaptación del ojo a la oscuridad. La sensibilidad a la luz aumenta como resultado de varios procesos de adaptación. La adaptación a la oscuridad puede verse alterada debido a una enfermedad congénita o adquirida.
¿Qué es la adaptación a la oscuridad?
El ojo humano puede adaptarse bien a diferentes condiciones de iluminación. Funciona día y noche. Si las condiciones de iluminación del entorno se deterioran, el ojo se adapta a la creciente oscuridad. Este proceso se llama adaptación a la oscuridad.
Se producen varios procesos: el ojo cambia de visión de cono a bastón, la pupila se expande, la concentración de rodopsina en los bastones aumenta y los campos receptivos de las células ganglionares se expanden. Estos ajustes aumentan la sensibilidad del ojo a la luz y, por tanto, permiten la visión en la oscuridad (visión escotópica).
La agudeza visual se reduce en comparación con ver durante el día. Además, las diferencias de brillo se pueden percibir en la oscuridad, pero los colores apenas se pueden distinguir. La adaptación completa tarda entre 10 y 50 minutos. Sin embargo, depende de las condiciones de iluminación anteriores y también puede llevar mucho más tiempo.
Función y tarea
Al entrar en una habitación oscura, el ojo humano inicialmente no puede ver nada o casi nada. Sin embargo, después de unos minutos, el ojo se ha adaptado a las nuevas condiciones de iluminación hasta tal punto que se pueden reconocer los contornos. Puede llevar 50 minutos o más alcanzar la máxima visión en la oscuridad.
Mientras tanto, tienen lugar varios procesos de adaptación en el ojo. Tres de los cuatro procesos involucrados en la adaptación a la oscuridad tienen lugar en la retina del ojo. Hay células sensoriales en la retina que actúan como receptores. Registran la luz que cae a través de la pupila hacia el ojo. Convierten este estímulo en señales eléctricas, que transmiten a las células nerviosas (células ganglionares) detrás de ellos.
Cada una de estas células ganglionares cubre un área determinada de la retina cuyos estímulos recibe. Eso significa: cada célula ganglionar recibe información de un determinado grupo de receptores. Tal área se llama campo receptivo. Cuanto menor es el campo receptivo, mayor es la agudeza visual. Las señales eléctricas que reciben las células ganglionares se transmiten a través del nervio óptico al cerebro, donde se procesan.
Hay dos tipos de receptores en la retina que registran la luz: conos y bastones. Se especializan en diferentes tareas. Los conos son los encargados de ver durante el día (visión fotópica), los bastones para ver en el crepúsculo y de noche. El pigmento rodopsina (púrpura visual) se encuentra en las varillas. Esto cambia químicamente con la incidencia de la luz y, por lo tanto, pone en marcha el proceso mediante el cual el estímulo se convierte en una señal eléctrica.
Cuando es brillante, esta conversión requiere mucha rodopsina, lo que disminuye su concentración. En la oscuridad, sin embargo, la rodopsina se regenera. Es responsable de la sensibilidad de las varillas a la luz. Cuanto mayor sea la concentración de rodopsina, más sensibles a la luz serán las varillas y, por tanto, los ojos.
Durante la adaptación a la oscuridad tienen lugar cuatro procesos diferentes:
- 1. El ojo cambia de visión cónica a visión de varilla. Dado que las varillas son más sensibles a la luz, pueden percibir mejor las fuentes de luz débiles. Si bien los colores se pueden diferenciar y los contrastes se pueden reconocer con la visión de cono y la agudeza visual es alta, solo las diferencias de brillo se pueden percibir con la visión de varilla.
- 2. En la oscuridad, la pupila se dilata. Como resultado, entra más luz en el ojo, que las varillas pueden convertir en señales.
- 3. La concentración de rodopsina se regenera gradualmente. Esto aumenta la sensibilidad a la luz. Se necesitan unos 40 minutos para lograr la mayor sensibilidad posible a la luz en la oscuridad.
- 4. Los campos receptivos se expanden. Como resultado, la célula ganglionar individual recibe información de un área más grande de la retina. Esto también da como resultado una mayor sensibilidad a la luz, pero también conduce a una menor agudeza visual.
Puedes encontrar tu medicación aquí
➔ Medicamentos para trastornos visuales y molestias ocularesEnfermedades y dolencias
Varias enfermedades congénitas o adquiridas pueden afectar negativamente la adaptación a la oscuridad y la visión nocturna. Si ver en la oscuridad es muy limitado o ya no es posible, se habla de ceguera nocturna (nictalopía). A veces también hay una mayor sensibilidad al deslumbramiento. Sin embargo, la visión diurna no se ve obstaculizada. Por lo general, ambos ojos se ven afectados por la ceguera nocturna.
La ceguera nocturna congénita puede tener varias causas. Puede ser un signo de cambios retinianos anormales, como los que ocurren en la retinopatía pigmentaria. En esta enfermedad, las células sensoriales de la retina se destruyen gradualmente. Lo primero que debe hacer es destruir las varillas, lo que aumenta la ceguera nocturna. La ceguera nocturna estacionaria congénita, por otro lado, es el resultado de mutaciones en el genoma que impiden que las varillas funcionen correctamente.
La ceguera nocturna congénita no se puede tratar. En el caso de ceguera nocturna adquirida debido a una deficiencia de vitamina A, también se altera la función de las varillas. La vitamina A es parte de la rodopsina, que es crucial para la función de las varillas. Una deficiencia interrumpe la regeneración del pigmento. Ocurre cuando se suministra muy poca vitamina A o el cuerpo no puede absorber la vitamina de los alimentos.
La visión nocturna también puede verse afectada por otras enfermedades. Esto incluye las cataratas que, entre otras cosas, dificultan la visión en el crepúsculo debido a la opacidad del cristalino. Como resultado de la diabetes mellitus, pueden producirse daños en la retina.
Dado que varios músculos y nervios están involucrados en el proceso de adaptación a la oscuridad, las enfermedades musculares y neurológicas (como la parálisis muscular y la inflamación del nervio óptico) también pueden afectar la adaptación a la oscuridad.