Además de saborear, ver, sentir, oír y oler, las personas pueden utilizar sus Sensibilidad profunda orientar. Esta habilidad le permite asumir una determinada posición y realizar movimientos. Si se perturba, puede provocar accidentes y discapacidades en la vida cotidiana.
¿Qué pasa con la sensibilidad profunda?
Sensibilidad profunda (Batiestesia) describe la parte de la autopercepción que se relaciona con la percepción de los estímulos dentro del cuerpo. Estas áreas más profundas del cuerpo son músculos, tendones y articulaciones. Con la ayuda de su capacidad de percepción, el cuerpo informa continuamente a la médula espinal y al cerebro sobre su posición, postura, posición (por ejemplo, extremidades).
La sensibilidad de profundidad se compone del sentido de posición, sentido de movimiento y sentido de fuerza. Además, existe la sensación de la posición del cuerpo en el espacio. Los receptores (propioreceptores) necesarios para recibir los estímulos son, por ejemplo, los husos de los tendones (aparato de Golgi) y los husos de los músculos de los músculos esqueléticos. En el tejido conectivo de la cápsula articular, las fibras registran cada cambio de velocidad y dirección. El aparato de Golgi monitorea el tono muscular.
Una vez percibidos los estímulos, estos se transmiten a la médula espinal, donde se responden inmediatamente mediante la activación de un reflejo específico. Luego, se envía un mensaje al cerebro. Allí se evalúa la impresión sensorial y se responde con una reacción. Consiste, por ejemplo, en cambiar de postura.
Una gran parte de los procesos involucrados en la recepción propietaria se ejecutan de manera subconsciente. Nuestra psique reacciona con este mecanismo protector para no abrumarse con información. Las percepciones de profundidad conscientes e inconscientes utilizan diferentes caminos hacia el cerebro. La propiocepción funciona las 24 horas del día sin interrupción, incluso durante el sueño.
Función y tarea
Debido a la profunda sensibilidad, la persona es capaz de evaluar en qué posición se encuentra actualmente su cuerpo (sentado, de pie, etc.). Puede evaluar con precisión su postura durante un determinado movimiento o en una posición de reposo. Por ejemplo, reconoce que el pie derecho no está exactamente al lado del izquierdo o que dobla la parte superior del cuerpo ligeramente hacia adelante.
Además, mediante ciertos estímulos, las personas pueden juzgar su fuerza aplicada y la resistencia experimentada. Los tres canales semicirculares en el órgano de equilibrio del oído transmiten una imagen precisa de la tridimensionalidad del espacio. En los sacos auriculares, que también allí se ubican, existen receptores que registran los cambios más pequeños de velocidad y los transmiten a los órganos de la periferia, donde se desencadenan las acciones correspondientes. Descubrir que la velocidad de rotación ha cambiado permite al niño que conduce el carrusel, por ejemplo, reconocer con precisión a sus padres que están un poco más lejos.
Las habilidades motoras están controladas por la fuerza y el sentido del movimiento. Hay acciones conscientes e inconscientes que se realizan con fuerza muscular. Al utilizar ciertos receptores en los músculos oculares, los humanos pueden reconocer la expansión del espacio y su cuerpo como un todo. Si hay movimientos que están asociados con las contracciones musculares, la persona siente sentimientos positivos.
La importancia de la percepción de profundidad para las personas se demuestra, por ejemplo, por el andar inseguro de las personas que están bajo la influencia del alcohol. Ya no pueden caminar en línea recta y caerse porque calculan mal la distancia entre el suelo y sus propios pies. El alcohol interfiere con los estímulos transmitidos desde el interior del cuerpo por los receptores.
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➔ Medicamentos para parestesia y trastornos circulatoriosEnfermedades y dolencias
Una sensibilidad profunda alterada puede provocar una hipersensibilidad general. La persona afectada ya no puede controlar sus movimientos y ya no puede dosificar adecuadamente la fuerza asociada. Reacciona con torpeza o con un esfuerzo inadecuado y algunos pacientes no se mueven en absoluto debido al bajo tono muscular.
Otra alteración de la percepción de la profundidad se presenta en forma de siringomielia. En esta enfermedad muy rara hay una cavidad más o menos grande (siringe) llena de licor en la médula espinal al nivel de la columna cervical. La cavidad está llena de células nerviosas muertas que se expanden y presionan los nervios circundantes, provocando averías neurológicas. El trastorno de salud es congénito o adquirido por accidente. Los primeros síntomas suelen aparecer a partir de la segunda década de la vida.
El paciente tiene dolor de cabeza severo en el cuello, brazo, hombro y adormecimiento de las extremidades. Como no sabe dónde están los brazos y las piernas, ya no puede controlar sus movimientos. Tiene parálisis espástica o flácida, trastornos visuales, auditivos, del habla o para tragar. La capacidad inadecuada para coordinar los movimientos provoca una marcha inestable y caídas. Si la persona afectada también desarrolla trastornos circulatorios debido a la siringe, su piel se siente fría y en ocasiones muestra una decoloración azulada. Dependiendo de la extensión de la enfermedad, el médico puede tratar a su paciente con fisioterapia y terapia del dolor. En casos severos, se requiere cirugía. Por lo general, se coloca una derivación permanente o se realiza una operación de descompresión del foramen magnum para eliminar el LCR y reducir la presión.