En el Vigilancia es permanente, no dirigido vigilanciaque puede tomar diferentes formas. Los síntomas y síndromes clínicos que se manifiestan en forma de vigilancia muy reducida se denominan trastornos cuantitativos de la conciencia y se producen en el contexto de numerosas enfermedades neurológicas, psicológicas y de otro tipo.
¿Qué es la vigilancia?
Las neurociencias definen la vigilancia como una forma de atención que forma parte del procesamiento de la información neuronal. La vigilancia describe el estado de activación del sistema nervioso y no está categóricamente presente o ausente, sino que se pronuncia de manera diferente.
La vigilancia se diferencia de otras formas de atención porque es tónica, es decir, dura de forma permanente y no solo ocurre en fases cortas. Además, la vigilancia siempre no está dirigida.
En el contexto de enfermedades físicas y mentales, una vigilancia muy reducida puede manifestarse como somnolencia, sopor o coma, entre otras cosas.
Función y tarea
Una persona sana que no se concentra en ningún trabajo específico se encuentra en un estado consciente de preparación: estímulos específicos pueden atraer la atención de la persona, peligros repentinos desencadenan un estado de alarma y, en general, la conciencia está abierta a los diversos sentidos.
Cuando la persona se relaja conscientemente, entra en un estado consciente de descanso y posiblemente en una de las diversas etapas del sueño. Un laboratorio del sueño puede determinar y registrar la vigilancia del sueño; Especialmente en el EEG, los diagnosticadores pueden reconocer cuán fuerte es la activación tónica no dirigida de una persona.
La vigilancia está sujeta a fluctuaciones naturales durante el transcurso de un día, que pueden variar de persona a persona. Las neurociencias cognitivas también se refieren a estos ciclos como ritmos circadianos; están sujetos al reloj biológico o molecular y se basan en interacciones bioquímicas determinadas genéticamente: un individuo no aprende estos ciclos, sino que los sigue intuitivamente.
Por lo general, la activación neural alcanza su punto máximo en el transcurso de la mañana: los médicos y psicólogos suelen realizar pruebas de función cognitiva durante este período para poder evaluar el rendimiento de una persona y descartar factores disruptivos causados por fluctuaciones en la vigilancia según la hora del día.
Además, la vigilancia también varía en el marco de ciclos más cortos, los llamados ritmos ultradianos. Esto también incluye el ciclo básico de actividad y descanso, BRAC para abreviar. Una ejecución del BRAC dura unos 90 minutos y se caracteriza por diferentes formas de vigilancia, que se repiten al final de este proceso.
El sistema de activación reticular ascendente (ARAS) representa la parte del sistema nervioso que es responsable, entre otras cosas, de controlar la vigilancia. El ARAS tiene una influencia de gran alcance en el cuerpo humano: la vigilancia no solo influye en el procesamiento de la información neuronal, sino que también afecta al sistema endocrino y otras áreas del organismo.
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Los trastornos de la vigilancia en particular se denominan en psiquiatría trastornos cuantitativos de la conciencia, conciencia disminuida o nublada. Por el contrario, en el caso de alteraciones cualitativas de la conciencia o cambios en la conciencia, se mantiene la vigilancia. Los trastornos cuantitativos de la conciencia pueden u. a. indican deterioro de la función cerebral, posiblemente debido a causas orgánicas, toxicológicas o psicológicas.
La medicina divide las alteraciones cuantitativas de la conciencia en diferentes grados de gravedad, siendo la somnolencia, el sopor, el precoma y el coma los más importantes. La somnolencia se caracteriza por una somnolencia clínicamente significativa y va más allá del nivel de fatiga normal. Puede ocurrir, por ejemplo, en el contexto de delirio con abstinencia de alcohol, intoxicación aguda (por ejemplo, con psicofármacos). Las personas somnolientas aparecen y se sienten soñolientas y dan a los forasteros la impresión de ausencia mental. Sin embargo, pueden despertarse, mostrar reacciones (posiblemente limitadas) a los estímulos externos y sus reflejos suelen estar todavía presentes. En el caso de la somnolencia, a menudo es necesario un tratamiento hospitalario de cuidados intensivos.
Lo mismo se aplica al sopor. Este término se refiere a la palabra latina para "dormir", pero también describe una condición clínicamente relevante en el sentido de una alteración cuantitativa de la conciencia. Las personas en Sopor no solo tienen sueño, también están inconscientes y parecen dormidas. Sin embargo, los medios comunes, como sacudir los hombros, hablar en voz alta y medidas similares, a menudo no pueden despertar a los afectados. Como regla general, es necesario un fuerte estímulo de dolor o una señal igualmente fuerte para desencadenar una reacción.
El coma es la forma más fuerte de enturbiamiento de la conciencia, ya que en este estado ya no hay vigilia: los afectados parecen estar dormidos, pero no se los puede despertar ni atender. Además, ya no reaccionan a los estímulos externos y a menudo muestran reflejos nulos o reducidos. En caso de coma, es necesaria una estrecha supervisión médica en una unidad de cuidados intensivos.
Las personas que sufren de epilepsia también experimentan una disminución de la vigilancia durante una convulsión, que las neurociencias cognitivas a veces denominan cambios epilépticos en la conciencia. Esta forma de trastorno de la vigilancia es temporal y generalmente desaparece después de la convulsión. En algunos casos, las complicaciones conducen a restricciones prolongadas de la atención tónica no dirigida.
La anestesia, por ejemplo en relación con una operación, describe una reducción artificial de la vigilancia provocada por la medicación.